Los creyentes, independientemente de sus aptitudes intelectuales, en cuanto entran en el terreno de la religión demuestran un analfabetismo mental que haría sonrojar a los chimpancés.
Y el ejemplo más evidente de esta prepotente estulticia mental es cómo los religiosos se enfrentan a las causalidades de la vida. ¿Que esas hemorroides que llevan semanas torturándote de pronto desaparecen? ¡Aleluya! mis oraciones a San Apapurcio virgen y mártir por fin han sido escuchadas. ¿Que el zoquete de mi nieto ha aprobado por fin esa asignatura que tenía atragantada desde principios de primaria? Corro raudo a la iglesia a ponerle 5 velas a la virgen de Las Alpujarras. Y así con todas y cada una de las "buenas" noticias que reciba a lo largo de su vida el arrodillado descerebrado.
Sin embargo, este comportamiento definitivamente infantil deja de ser un curioso rasgo de una personalidad incompleta para convertirse en una conducta ofensiva y reprobable cuando el mendaz intentan justificar que gracias a la benevolencia de su deidad uno solo de los 200 pasajeros que viajaban en un Boeing 747 ha sobrevivido a un terrible accidente aéreo. ¿Qué pasa con los que no han quedado ni restos para poder ser enterrados dignamente por sus dolidos familiares?¿se equivocaron de dios, o peor aún eran todos irredentos ateos, y la siempre celosa deidad les hizo sufrir con una muerte horrible?
Pero la indignidad religiosa llega a su máxima expresión cuando por la supuesta intercesión de los poderes celestiales el cáncer de un niño (generalmente blanco, rubito y estadounidense para más señas, que ya sabemos las preferencias de los dioses) desaparece milagrosamente ¡regocijémonos hasta la extenuación!. Sin embargo, como muy acertadamente muestra en el siguiente video el siempre racional Christopher Hitchens ¿qué pasa con esos millones de inocentes y tiernas criaturas que sufren y mueren horriblemente todos los días del año?
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