Analizado con una mínima capacidad de pensamiento crítico, la religión es una terrible enfermedad mental, en donde los masoquistas creyentes apelan a un dictador celestial que les controla las 24 horas del día y monitoriza sus actos, sus deseos y hasta sus pensamientos más íntimos para torturarles por toda la eternidad si no guardan debida sumisión y devoción ¡ríanse ustedes de los dictadores de Corea del Norte!