Los creyentes afirman que la religión hace mejores a los
niños. Pero esa definición de “mejores” es convertirlos en seres más dóciles,
obedientes y crédulos, cercenando cualquier tipo de imaginación y de
pensamiento crítico, lo que les convertirá en adultos ignorantes, cándidos y
les dejará a merced de todo tipo de charlatanes, estafadores y por supuesto de
sotanados que les parasitarán y les controlarán hasta el día de su muerte con
esos cuentos de vieja solo aptos para semideficientes mentales.