La Biblia es un compendio de las más diversas y horribles atrocidades cometidas por esa zarza colérica que supuestamente nos creó en un acto de infinita "bondad", por lo que es difícil elegir el pasaje más escabroso creado por profetas dementes, castigados por el sol de los desiertos palestinos.
Sin embargo unas pocas docenas de palabras del libro más sagrado del rebaño cristiano son suficientes para derruir hasta sus cimientos todo esa impúdica publicidad de un dios omnisciente y benevolente capaz de ser engañado por el siempre astuto señor del Averno.
El asunto de Job es más retorcido que eso, ya que Dios torturó a Job porque Satanás lo retó a una especie de apuesta: si le torturas, Job acabará blasfemando contra ti. Al final Satanás perdió la apuesta y Dios recompensó con creces a Job por su fe (claro que Dios hizo esto porque ganó la puesta, si la hubiese perdido vete a saber lo que le habría hecho al pobre Job).
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