El supuesto derecho a la educación privada es injusto y discriminatorio para la ciudadanía

Llevamos varias semanas con la ofensiva nazionalcatólica en defensa de la "libertad" de las clases sociales más pudientes para llevar a sus hijos a escuelas privadas, dirigidas y adoctrinadas por la iglesia católica. Pero eso sí, esos miserables son tan tacaños que no quieren pagar sus privilegios de su bolsillo, sino que seamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos los que paguemos que sus privilegiados hijos puedan acudir a los salesianos, a los jesuitas, los escolapios o cualquier otro en los que se forman las nuevas generaciones de filofascistas varios.

 

Imaginemos que los privilegiados que tienen sanidad privada, porque pagan su seguro médico, decidieran obligar al resto de los ciudadanos a que contribuyéramos a sufragar sus gastos. Sería del todo intolerable que un pobre currito, que no llega a fin de mes por ser mileurista o menos, tuviera que "ayudar" a pagar la factura de un alto directivo o un empresario cuando va a la consulta médica privada para evitar los siempre engorrosos y lentos protocolos de la sanidad pública.

Pues eso mismo es lo que ocurre cuando estos neoliberales de pacotilla defienden su sacrosanto derecho a llevar a su hijo al colegio elitista de su elección. Si estos sinvergüenzas quieren una educación diferenciada, segregadora y defensora de los más rancios valores del nazionalcatolicismo medieval, que por lo menos tengan la decencia de pagárselo de su bolsillo, sin ningún tipo de ayuda o bonificación a cargo de los impuestos de todos esos ciudadanos que no podemos o no queremos esa ofensiva discrminación.

Que envidia me da el sistema educativo finlandés, por cierto uno de los mejores del mundo, en donde todos los niños deben acudir obligatoriamente al colegio público más próximo a su domicilio porque la calidad de todas las escuelas es la misma. Y así, el hijo del rico empresario tiene que aprender a convivir en igualdad y recibir la misma formación que los hijos de los empleados de su adinerado padre. Ello crea un clima de igualdad de oportunidades y también de camaradería y amistad entre personas que de otra manera no sólo nunca se hubieran conocido, sino que hubieran recibido una educación muy desigual.