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12 de junio de 2013

La excelencia académica del impresentable ministro de Educación Wert frente a la terrible realidad española



El ministro de educación José Ignacio Wert lleva semanas promoviendo y publicitando engañosamente que los males de la educación en España han sido las medidas igualitarias de los anteriores gobiernos socialdemócratas y que por tanto, es necesario en este país imponer la excelencia educativa mediante su por otra parte ideologizada y retrógrada Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE).


Y dejando de lado la vuelta al más casposo, antidemocrático y retrógrado nacionalcatolicismo patrio enseñoreado por la patente sumisión al más rancio católicismo que ya denuncié en una entrada previa, en donde el adoctrinamiento religioso tiene la misma validez que la enseñanza de las matemáticas, la historia o las ciencias, hay que resaltar un incuestionable y terrible hecho.


* Se introducen pruebas de evaluación de conocimientos al final de cada ciclo educativo

* Se endurecen los criterios de concesión de becas y se vincula las ayudas al estudio al esfuerzo académico

* Si un alumno no aprueba la mitad de los créditos tendrá que devolver el importe íntegro de su beca

* Se reorientan los objetivos de la educación para ponerlos al servicio de las reglas del mercado neoliberal

* Se refuerza la segregación por clase social y etnia 

* Se permiten los colegios segregados por sexo

* Se distorsiona la filosofía de la evaluación al especificar con rotundidad que lo que importa son las calificaciones del alumnado y no los condicionantes previos: inversiones, contextos socioculturales, recursos y dotaciones, etc

pocos han señalado el mayor problema de la enseñanza en este país que es el de la más terrible desigualdad. En España el 20% de los niños vive por debajo del nivel de pobreza. Y mientras nuestro gobierno neoliberal hace oídos sordos a este terrible drama, que tiene a millones de niños al borde de la desnutrición en un país teóricamente rico y desarrollado del primer mundo, son los propios colegios los que tienen que luchar contra el hambre de muchos de sus alumnos, ya que sin la ayuda y el esfuerzo de esos pobres y heroicos profesores (tan denostados por otra parte por nuestros impresentables gobernantes como la condesa medieval Esperanza Aguirre) con sus desinteresadas contribuciones (en un momento en donde sus salarios han sido drásticamente recortados) y con las ayuda de ONGs varias están permitiendo que los niños de los sectores sociales más desfavorecidos: inmigrantes, parados, trabajadores con contratos basura, etc. puedan escapar de la terrible sombra del puro y duro hambre para poder centrarse mínimamente en el aprendizaje. 

En estas dramáticas circunstancias en donde millones de familias están abocadas a la miseria ¿alguien puede pensar que es el momento relevante (y no directamente ofensivo) de poner a competir a niños de familias privilegiadas que reciben la educación en elitistas escuelas privadas con alumnos de colegios públicos de barrios humildes, en donde la tasa de paro es superior al 50% para así evaluar sus respectivos rendimientos académicos tal y como propone la LOMCE en el marco de la promoción de la excelencia académica?

Hablando en plata y para que todos nos entendamos, es más o menos como mandar a esforzados disminuidos físicos: mancos, cojos o ciegos a competir en las olimpiadas frente a atletas de élite entrenados en centros de alto rendimiento tecnológico.



Y luego por supuesto siempre aparecerán psicólogos o economistas formados en la neoliberal escuela de Chicago y al servicio de la ultraderechista fundación FAES que tras un largo, sesudo y sesgado estudio nos muestren que es inútil gastar dinero en la educación de los pobres, porque ellos siempre sacan peores notas que los hijos de familias acomodadas. Y de ahí a extrapolar la conclusión de que esos niños de familias humildes son genética e intelectualmente inferiores solo hay un nauseabundo, clasista y antidemocrático paso.



4 comentarios:

  1. El verdadero daño a la educación es doble: uno ha sido despojar al profesor de cualquier tipo de autoridad, tanto por parte del estado como de los padres.Y el segundo ha sido la sobreprotección de la infancia, dándoles derechos sin obligaciones.

    Al margen de esto, lo que está haciendo Wert es el ejemplo más descarado que he visto en mi vida de falacia autocumplida: si los pobres sacamos malas notas y se nos quitan las ayudas, sacaremos peores notas, luego se demuestra que no vale la pena invertir en la educación de los pobres.

    Otra cosa que habría que mejorar a nivel social es la apreciación de que estudiar un FP es de pringaos y sacarse una carrera es lo que mola. Parece que habría que promulgar otra vez lo de que todos los trabajos son honrados...

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    1. ... salvo el de político. (Lo siento, es que lo has puesto a huevo).

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  2. La gran pregunta: ¿Igualdad de oportunidades o recompensar la excelencia?

    Creo que debería hacerse lo posible por tener ambas. La primera implica que el éxito o el fracaso dependerían solamente de las capacidades del alumno. La segunda, implicaría un incentivo para que hiciesen las cosas bien.

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  3. ¿Igualdad de oportunidades o recompensar la excelencia?

    Lo una no va contra lo otro. Como decía un famoso político: "hay que ser socialista de oportunidades y aristócrata del mérito" o sea, igualdad de partida y premio para los que lleguen mejor a la meta.

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