Los religiosos afirman ser seres humildes, aunque sin embargo son los ególatras más grandes que ha dado la especie humana. Porque en realidad piensan (lo cual es un eufemismo) que un todopoderoso amigo imaginario ha creado todo el vasto Cosmos que está descubriendo la Ciencia con el único propósito de poder tener una “relación personal” con unos simples monos bípedos, cristianos por supuesto.
Y es más, esa relación personal se basa en que a cambio de unos rezos, de ponerse ridículos sombreros o faldones, de comer o no comer un par alimentos y sobre todo de fastidiar al vecino (cuando no de asesinarle directamente) por no cumplir esos estúpidos preceptos inventados por profetas alucinados de tiempos remotos, ese todopoderosa entidad extraterrestre les facilitará encontrar aparcamiento, aprobar las matemáticas de segundo grado, conseguir un trabajo mejor y una pareja más guapa y por supuesto que les curará esas molestas hemorroides o incluso (si se portan lo suficientemente bien) quitará ese cáncer tan “inteligentemente diseñado” que corroe a su hijito de 5 años moribundo.
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