Los religiosos creen tener el argumento definitivo que "demostraría" la existencia de su deidad: algún complejo evento de la Naturaleza para el cual la Ciencia todavía no tenga explicación.
Y entonces, ante el desconocimiento los creyentes acuden con rotundidad a su última trinchera: el dios de los huecos, porque para esas mentes simples si algo no tiene ahora explicación es que habrá sido ideado por la divinidad.
El problema es que, como indica Michael Shermer en el siguiente video, es que esas endebles trincheras del cada vez más acosado «Dios de los Huecos» van cayendo a un ritmo cada vez más acelerado a medida que el crecimiento casi exponencial del conocimiento científico va aumentando nuestra comprensión del Universo y todo lo que contiene.
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