La "teoría" del Diseño Inteligente nacida en EEUU como caballo de Troya para infectar el sistema educativo de literalismo bíblico es quizás el mejor ejemplo de cómo algunos científicos (personas en principio que deberían ser racionales y estar apegadas a los datos y a los hechos) son capaces de abandonar toda ética profesional al intentar justificar la existencia de esas absurdas entidades inventadas por profetas analfabetos de los más remotos tiempos.
Porque lo primero que hay que tener en cuenta es que la línea argumental del Diseño Inteligente es muy, pero que muy simple, como no podía ser de otra manera viniendo del páramo intelectual en el que se creó, que como he indicado anteriormente es la derecha cristiana estadounidense más bíblicamente literalista.
Así, inicialmente los "científicos" del Diseño Inteligente comienzan su andadura "intelectual" buscando un proceso o un mecanismo biológico poco estudiado y complejo en grado sumo. Observan que, como casi todo en biología, está formado por múltiples elementos muy complicados y altamente regulados y (a diferencia de cualquier aproximación científica, en donde la recogida de datos, la experimentación y el análisis son fundamentales) sin hacer experimento alguno ¡qué pereza! el "investigador" del Diseño Inteligente concluye que como él (en su prepotente ignorancia e infinita desidia) no tiene ni la más remota idea de cómo ha llegado a surgir o desarrollarse esa entidad biológica, pues entonces ¡tachán, magia potagia de la buena! ese proceso debe haber sido "diseñado" por una entidad inteligente (material o inmaterial). Y aquí termina toda la aportación del Diseño Inteligente al conocimiento científico. Si esto es hacer ciencia, pues entonces las barras de los bares están a rebosar de reputados investigadores.
Pero es más, cuando luego después científicos de verdad, de esos que piensan y se dejan la piel haciendo experimentos, demuestran que ese "mágico" proceso biológico (por ejemplo el famoso flagelo bacteriano) que había sido propuesto como la “fehaciente” prueba que demostraba la validez “científica” del Diseño Inteligente puede ser explicado parsimoniosamente por una cadena de eventos evolutivos y que ni alienígenas, espíritus ni dioses ningunos son necesarios para explicar ese particular mecanismo pues nuevamente ¡tachán! ¡no pasa nada! estos "esforzados investigadores" de la patraña del "diseño" se van corriendo a los libros de biología a buscar otro proceso menos estudiado todavía que el anterior y, tras un par de lecturas, aparecen ufanos en la cadena estadounidense FOX y similares pregonando a los cuatro vientos que ellos han "demostrando" que los marcianitos, el espíritu de las praderas o el dios elefante (porque en ese punto son muy cuidadosos y dejan una interesada interrogación para que nadie les pueda acusar de lo que en realidad son: creacionistas de libro, más particularmente de ese titulado La Biblia) han influido en la biología de los champiñones, las vacas o de los tomates de ensalada, porque ellos en su profunda desidia e infinita cortedad mental han sido incapaces de ponerse a pensar y a hacer experimentos ¡herejía!, puesto que si Dios da todas las respuestas ¿a qué narices andar perdiendo el tiempo en probetas y matraces?
En resumen, el Diseño Inteligente únicamente es la nueva variante, el lobo con piel de cordero de la famosa y más que errónea teoría del “Dios de los Huecos”, que puede resumirse en esta tan “científica” afirmación:
Todo lo desconocido (ahora, porque la ciencia avanza como una apisonadora dejando un rastro de cadáveres teológicos) tiene que ser el resultado de la Magia producida por el "Brujo Más Grande del Mundo".
Y si se echa la vista atrás y se repasa un poco la Historia de la Ciencia se observa con total claridad que lo que ocurre es que primero con la explicación del rayo, después con la del ojo, luego con la del flagelo y así sucesivamente, ese “todopoderoso” Ser va retrocediendo trinchera tras trinchera, empequeñeciéndose a pasos agigantados con cada nuevo descubrimiento científico, hasta llegar a desvelar lo que en realidad es, un emperador desnudo, una simple quimera inventada por los más alucinados miembros de esta tan particular especie de monos bípedos, tan rimbombante y tantas veces erróneamente autodenominada sapiens.
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