El ácido humorista británico David Allen destroza en tan sólo unos pocos minutos (y de la manera más divertidamente mordaz, por cierto) siglos y siglos de esa "alta" teología que los sesudos pensadores cristianos llevan dos milenios construyendo como un más que patético castillo de naipes que no tiene ni siquiera cimientos, porque eso del Génesis, Adán, Eva, la serpiente parlante, las plagas de Egipto, la separación del Mar Rojo, el nazareno milagrero despeñando gorrinos endemoniados y arruinando a honrados panaderos, bodegueros o pescadores judíos y demás estupideces solo aptas para semideficientes mentales no se las tragan ni el mismísimo obispo de Roma en su más que avanzada senilidad.
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