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16 de junio de 2022

Ese tan cristiano nazismo

Los cristianos siempre han sido maestros en el arte de la tergiversación y del engaño. Y ejemplos de este torticero comportamiento los hay a cientos, aunque quizás el caso más paradigmático de ese constante retorcer la verdad haya sido la casi total imbricación entre el nazismo y el cristianismo.

Aunque apologistas cristianos de todo tipo llevan ya camino de un siglo intentando desligar la barbarie nazi del cristianismo, para cualquier persona mínimamente versada en Historia ha quedado más que probado que los seguidores del nazareno demente crearon y engordaron durante casi dos milenios el fanático caldo de cultivo del antisemitismo y ya bajo la dirección de Hitler llevaron a cabo de manera más que entusiasta primero el acoso, luego la persecución y finalmente el exterminio de millones de personas cuya única falta fue la de haber permanecido fieles a la religión de sus antepasados.

Aunque es evidente que el cristianismo en sus orígenes fue una de las tantas sectas milenaristas lideradas por profetas judíos dementes (entre los cuales el nazareno demente fue únicamente otro más) que tanto abundaban en esas resecas y castigadas tierras en la época del dominio romano de Palestina, de tal manera que los primeros padres de la Iglesia con el famoso Saulo de Tarso a la cabeza predicaban principalmente en sinagogas ante un público casi exclusivamente circuncidado poco a poco el cristianismo fue separándose y diferenciándose del viejo tronco judaico, al que pronto se le identificó como un competidor. Y ya se sabe que cuando dos religiones entran en conflicto: la tragedia es inevitable.

Tan pronto como el 96 EC los cristianos solicitaron con éxito al emperador Nerva que los eximiera del Fiscus Judaicus (un impuesto específico para seguidores de Abraham puesto en marcha por el también emperador Vespasiano en el año 70 EC a raíz de la revuelta judía)  sobre la base de que ellos no eran judíos. En este contexto, la Iglesia se esforzaba mucho en resolver las contradicciones inherentes a su esquizoide posición de los diferentes elementos de la tradición judía: apropiación de casi todo el Antiguo Testamento y rechazo de la parte final del mismo ya que el Mesías había llegado ya en forma de bastardo extraterrestre como supuesta culminación de la larga tradición religiosa judía.

Con el ascenso del cristianismo al poder romano, el enfrentamiento dejó la fase teológica sobre quien de las dos religiones tenía razón y los cristianos pasaron a una nueva y más peligrosa fase: el insulto y la descalificación. Así entre otros muchos, Eusebio de Cesarea los llama "una perversa, peligrosa criminal secta". San Agustín etiqueta a los talmudistas de falsificadores; San Ambrosio acusa a los judíos de despreciar la ley romana. San Jerónimo afirma que los judíos estaban poseídos por un espíritu impuro. San Cirilo de Jerusalén afirmó que los patriarcas judíos eran una raza inferior.

Después, el Imperio Romano ya cristiano promulgó una variedad de leyes civiles contra los judíos, como la prohibición de ocupar cargos públicos y un impuesto curial opresivo. Además se promulgaron leyes para hostigar la práctica del judaísmo; Justiniano fue tan lejos como para promulgar una ley contra el rezo diario de los judíos. Y así poco a poco, el Imperio Romano y tras su descomposición, los reinos cristianos pusieron en el punto de mira a los judíos pasándose a la persecución más atroz, con pogromos y asesinatos en masa incluidos con cualquier pretexto.

Y si la santa madre iglesia católica persiguió con saña a los seguidores de Moisés, la reforma protestante no le fue a la zaga. El "insigne" Lutero, fue un antisemita furibundo que en su tratado "Sobre los judíos y sus mentiras" escrito en 1543 aconsejaba a los protestantes llevar a cabo 7 acciones "correctoras" contra los circuncidados:

* Incendiar las escuelas y sinagogas judías, y advertir a la gente sobre su presencia

* No permitir que los judíos sean propietarios de casas de cristianos

* Remover las escrituras religiosas judías

* Negarle a los rabinos, el derecho de predicar

* No ofrecer protección a los judíos en las carreteras

* Para que se prohíba la usura, deben eliminarse el oro y la plata, permaneciendo bajo custodia, y que esta sea devuelta a los judíos realmente conversos

* Los judíos jóvenes y fuertes, se deben de proveer azotes, hachas, palas y husos, a fin de que puedan ganar el pan con el sudor de su frente.

además de justificar su asesinato, escribiendo:

"[Tenemos] la culpa de no matarlos".

Por supuesto los siglos posteriores no fueron mejores para los judíos y en toda la cristiandad eran insultados, humillados, perseguidos y exterminados a la menor ocasión.

Y en este caldo de cultivo nació, creció y se desarrolló Hitler, que simplemente asume y explota el milenario antisemitismo cristiano. El hecho de que Hitler viera lo que estaba haciendo como una continuación de la política católica lo confirma una conversación que tuvo el 26 de abril de 1933 con Hermann Wilhelm Berning, obispo alemán de Osnabrück. Según un informe de la época:

"[Hitler] luego planteó la cuestión judía. Para justificar su hostilidad hacia los judíos, se refirió a la Iglesia Católica, que igualmente siempre había considerado a los judíos como indeseables y que, debido a los peligros morales que implicaban, había prohibido a los cristianos trabajar para los judíos. Por estas mismas razones la Iglesia había desterrado a los judíos al gueto. Veía a los judíos nada más que como enemigos perniciosos del estado y la Iglesia y, por lo tanto, quería expulsar a los judíos cada vez más, especialmente de la vida académica y de las profesiones públicas."

De hecho, Hitler se consideraba a sí mismo un cristiano ejemplar, con una misión muy "católica" ya que en "Mein Kampf" afirma sin rubor:

"El hombre de mentalidad völkisch [aria], en particular, tiene el deber sagrado, cada uno en su propia denominación, de hacer que la gente deje de hablar superficialmente de la voluntad de Dios, y realmente cumpla la voluntad de Dios, y no permita que la palabra de Dios sea profanada. Porque la voluntad de Dios dio a los hombres su forma, su esencia y sus habilidades. Cualquiera que destruya Su obra está declarando la guerra a la creación del Señor, la voluntad divina [...] Por eso hoy creo que estoy actuando de acuerdo con la voluntad del Todopoderoso Creador; al defenderme del judío, estoy luchando por la obra del Señor."

Y si católico era Hitler, cristianos fueron la gran mayoría de sus colaboradores y entusiastas seguidores. Por ejemplo, un informe nazi de 1938 indicaba que el 51,4 % de los miembros de las infames SS se identificaban como protestantes, el 22,7 % como católicos y el 25,7 % eran "creyentes de Dios" sin afiliación cristiana definida. ¡Vamos que había menos ateos en las SS que dinosaurios!.

Y por supuesto, sin todo el trasfondo antisemita del cristianismo alemán, fermentado durante milenios, hubiera sido imposible que cientos de miles de ciudadanos hubieran participado activamente (y muchos de ellos con indisimulado orgullo) en la cristiana tarea de exterminar a seis millones de recalcitrantes impíos que no aceptaron a Jesucristo como su salvador.

 

 

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