Desde hace tiempo se ha relacionado la religiosas con una
actitud más positiva de la vida, mayor bienestar mental y también más
felicidad. Pero el problema es que esta afirmación es errónea.
Hasta ahora diversos estudios indicaban que los creyentes parecían tener una vida interior más plena que los ateos. Pero resulta que un estudio realizado por investigadores alemanes ha venido a derribar este bonito cuento asociado a la religión.
Así, los científicos analizaron la relación entre religión y satisfacción con la vida en una comparación cultural en 24 países. Y los resultados son concluyentes: al tomar en cuenta la influencia de las características individuales de cada país, no hubo diferencias significativas entre el nivel de satisfacción con la vida de individuos poco o altamente religiosos o entre individuos ateos y altamente religiosos.
Y entonces ¿cuál es la explicación de la diferencia de este estudio con los varios anteriores en los que se encontraba una relación entre religiosidad y felicidad? Pues que todos esos estudios anteriores se habían realizado en los EEUU, un país que discrimina fuertemente a los ateos y los estigmatiza. Y entonces es evidente que en un clima de represión mental aquellos sometidos al desprecio, insulto, humillación y hasta agresiones se sientan menos felices que sus agresores.
Y siguiendo con esta línea argumental, seguramente los ateos en Irán o en Arabia Saudí también se sentirán menos satisfechos con su vida y más infelices, porque en realidad viven en un estado constante de estrés ya que pueden acaban en la cárcel o incluso lapidados. Pero eso no significa que la religión tenga algún valor positivo entre los creyentes, simplemente les da poder para imponerse a los más débiles.
Así que cuando se puede vivir en libertad, sea uno ateo o cualquier otro colectivo discriminado entonces desaparecen las diferencias entre víctimas y agresores.
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