Si hay algo que une a creyentes que adoran a diferentes deidades es su marcada tendencia a desafiar todo aquello que tenga alguna relación con la Ciencia. Y el caso más evidente es la reciente pandemia coronaviral.
Los científicos y expertos en epidemiología y salud pública coinciden en que a falta de una vacuna, el distanciamiento social y el uso de mascarillas puede atenuar la explosiva diseminación de un virus que está poniendo en jaque a los servicios sanitarios de medio mundo y que está matando a cientos de miles de personas.
Pues bien, en California varios miles de seguidores de una “maga” cristiana (hay que reconocer que en EEUU la inventiva supersticiosa parece no tener límites) se reunieron frente a la sede del gobierno del estado en un concierto, sin ninguna medida de precaución o seguridad para dejar constancia de su ofensiva ignorancia y así dar nuevos bríos a un virus que va camino de matar a 300.000 de sus compatriotas.
Y en la Tierra Prometida, esos dementes con tirabuzones se han puesto en pie de guerra contra las restricciones emanadas por el gobierno israelí, que observa como los guetos de ultraortodoxos son el caldo de cultivo ideal para extender la pandemia.
En resumen, no importa a la delirante deidad ante la que se postren los aborregados creyentes porque en el fondo todos son igualmente ignorantes y lo que es peor, peligrosos.
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