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27 de julio de 2019

Ese más que absurdo dogma del Infierno

Dentro del siempre delirante mundo de las creencias religiosas, conjunto más que sorprendente de irracionalidad manifiesta, existe un dogma que sobrepasa todo los límites del más increíble absurdo: el Infierno.

Según me contaron de pequeño en catequesis, y tal como han afirmado durante dos milenios los más "doctos" ¡que eufemismo! padres de la iglesia, allá por el principio de los tiempos el ángel preferido por la zarza ardiente, ese "portador de luz" que es lo que significa Lucifer, el más perfecto entre los perfectos ángeles parece ser que se le subió el ego y tuvo la osadía de dar un golpe de estado celestial con la consiguiente guerra civil angelical. Como era de esperar, si todos los ángeles habían sido creados por un ser omnipotente y omnisciente (aunque con una más que manifiesta poca visión de futuro que tuvo el ser supremo para no saber de antemano que su máxima creación se le rebelaría) el resultado final de la batalla fue nefasto para el portador de la luz y sus seguidores, ya que perdieron las alas y fueron exiliados al Infierno. 

Hasta aquí todo normal, pero si se analizan las cosas con un poco de racionalismo todo empieza a chirriar.  Porque el Infierno, lejos de ser un campo de concentración en donde los ángeles rebeldes fueran prisioneros por toda la eternidad y los leales alados los funcionarios de prisiones, es en realidad el reino de Lucifer, ¡toma ya!, quien lejos de purgar (en oprobio y pecado) su rebeldía, campa a sus anchas y en donde sus ángeles caídos conforman toda una estructura jerárquica con demonios de distintas categoría, especializados en diferentes tareas, pero todos ellos servidores de Lucifer y que no obedecen en modo alguno a la más que insípida tricefalia celestial. Por lo que al final parece que la rebelión tuvo éxito, ya que consiguieron "tierras" y libertad. 

Pero si seguimos ahondando en el mito se acumulan más sorpresas. Porque una vez desencantado con los espíritus alares, el Señor de Todo (menos del Infierno) aburrido parece ser, crea a la más que imperfecta Humanidad y comete el ¡increíble! desliz de dejar en el Paraíso a la sombra de un árbol a ese Satanás al que había vencido y desterrado ¡y no le pregunten a este pobre ateo el porqué de tan imperdonable desliz!, de tal manera que el taimado demonio acaba ganándole la partida (una vez más) a la cada vez más colérica zarza ardiente (cuando es evidente de que toda la culpa fue por su más que infinita negligencia). 

Y a partir de la expulsión de los humanos del Jardín del Edén se desarrolla toda una interminable guerra (en el tiempo y en el espacio) entre ángeles con alas y fieles al "Number One" contra ángeles capados y seguidores de Lucifer para ver, en una más que disparatada competición, quien consigue más adeptos para el cielo o el infierno. Un despropósito en toda regla que solo reafirma la idea de que eso de Ser Todopoderoso es simple autobombo y publicidad más que engañosa de un chapucero inmortal.

Pero quizás el mayor despropósito (y que debería hacer sonrojar a papas, arzobispos, obispos y demás por las más que evidentes contradicciones del dogma) es que cuando un humano se convierte en servidor de Lucifer, a su muerte en lugar de ser recompensado en el infierno y engrosar por toda la eternidad las huestes maléficas, para así seguir contribuyendo a la expansión del imperio infernal, toda oveja descarriada del rebaño católico es torturada por toda la infinitud (por esos mismos demonios con los que se alió en vida ¡toma incogruencia!) para que así sea cumplida la sentencia del famoso juicio presidido por la zarza archienemiga del ángel rebelde. 

¡No me digan que no es la irracionalidad llevada a su mayor extremo!.  Porque este mito debería ser infumable hasta para el más dañado cerebro de los miembros más mentalmente deficientes del susodicho y aborregado rebaño cristiano.



2 comentarios:

  1. Qué quieres que te diga, cosas más absurdas aun se creen los religiosos...

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  2. Anónimo2:26 a. m.

    Más claro,imposible.

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