Solo hay una solución justa para terminar con la exaltación
del genocidio fascista en España: sacar los restos del gallego criminal de su
magnánima tumba y enterrarlos en secreto en un cuneta desconocida de un camino
perdido de la mano de dios que nadie encuentre.
Y por supuesto esta más que justa acción debería ser
repetida con Queipo de Llano y el resto de torturadores, asesinos, criminales
de guerra y genocidas que ayudaron al enano asesino en su más que terrible
dictadura.
Y así, con varios miles de jerarcas fascistas con sus huesos
repartidos por toda la geografía nacional en lugares desconocidos de sitios más
que perdidos se acabaría el problema.
Y por supuesto nada de protestar a los cachorros del
filofascismo patrio, porque ya se sabe que exigir dar sepultura digna a los
muertos de la guerra civil y de la posterior terrible represión es reabrir
viejas heridas de un pasado que ya no importa. O eso dicen todos los que tienen
la conciencia manchada por su exaltación de esos miserables criminales de
guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario