Hay comportamiento indelebles que no cambian
un ápice en la iglesia católica por muchos años que pasen: su irredenta defensa
del golpismo fascista más genocida.
Año tras año, para conmemorar el terrible 18
de julio, la fecha más ignominiosa del calendario hispano el
fascista sacerdote de Los Jerónimos hace su criminal justificación anual del
golpismo, del fascismo y de la dictadura franquista.
Este apologista del mayor genocidio ocurrido
en tierras hispanas no solo se permite como todos los años dedicar una misa ensalzando
a los criminales de guerra fascistas responsables de cientos de miles de
asesinados, millones de exiliados y represaliados y las largas y oscuras
décadas de horror y represión que sufrió este desgraciado pañis, sino que en
esta ocasión ha sobrepasado todos los límites y ha pedido directamente otro
golpe de estado para acabar con la "amenaza comunista" que según su
criminal criterio se cierne sobre España.
Y por supuesto, ni el fiscal general del
estado, cargo público tan sensible a las declaraciones expresadas vía Twitter
(siempre y cuando provengan de cualquier perroflauta izquierdoso ¡faltaría
más!) o el siempre diligente ministro del interior tan preocupado por según qué
víctimas de este país, han hecho ni harán nada por poner coto a semejante
provocación golpista. Porque lo que está meridianamente claro es que España
sigue siendo un régimen filofascista con una ligerísima pátina de democracia,
que desaparece en cuando se escarba mínimamente.
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