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20 de junio de 2014

Esos tan pacíficos y benévolos budistas



Por la influencia de parte del todopoderoso mundo hollywodiense, parece ser que harto ya de tanta fiesta, drogas y desenfreno y en busca de un sentido místico para unas vidas rodeadas del lujo material y también a la buena imagen de ese Dalai Lama con pinta de bonachón, en el mundo occidental tenemos asimilado que el budismo es quizás la religión más pacífica y más alejada del fanatismo, pero ¿es este mito tan cierto?


Primero hay que recordar ese terrible y no tan lejano pasado, en donde el Dalai Lama era considerado el jefe supremo (con naturaleza divina) de una monarquía feudal teocrática y absolutista indiferenciable de los estados pontificios de la Edad Media, en donde en nombre del más puro amor espiritual la inmensa mayoría de la población tibetana eran siervos propiedad del clero monacal, tan esclavizados y analfabetos como nuestros antepasados de la oscura y terrible Edad Media europea. Y estos siervos de la gleba cuando eran acusados del más simple de los delitos, recibían los más terribles e inhumanos castigos corporales (amputaciones de miembros, labios o narices, ceguera, etc.) directamente en los propios monasterios (que también tenían oportunas cárceles en su interior) administrados por los mismos monjes que actuaban como policías, jueces y verdugos todo en uno, puesto que no existía sistema judicial digno de tal nombre. Vamos el sistema ideal al que nuestros actuales gobernantes nazionalcatólicos aspiran.

En ese idílico y prístino Tíbet de supuesto cuento de hadas espiritual por supuesto que no se cumplía ninguno de los más elementales derechos humanos al no haber sido contaminados por el perverso mundo heredado de la materialista y atea Revolución Francesa, por lo que sus habitantes malvivían en una sociedad absolutamente cerrada al exterior, sin escuelas ni hospitales, asolados por hambrunas y epidemias, pero eso sí en una perpetua y estéril paz espiritual fruto de la mística meditación interior mientras los monjes budistas se encargaban de subyugar al ignorante y piadoso populacho de una manera muy poco espiritual. Porque esos azafranados monjes rasurados, dueños y señores de un bien engrasado sistema feudal, extorsionaban a los campesinos de mil maneras puesto que les cobraba por todas las facetas de la vida, incluidos aquellos siervos que se encontraban en lo más bajo del escalafón social como los mendigos o aquellos pobres desgraciados que eran encarcelados, los cuales debían pagar tanto por su entrada a prisión como por su salida. Además los monasterios actuaban como bancos que prestaban a intereses de usura y las deudas por supuesto se heredaban de padres a hijos y a nietos, de tal manera que cuando las familias no podían cubrir sus deudas entonces todos ellos perdían su libertad y la de sus descendientes pasando a ser propiedad de monjes y monasterios como en el argumento de la peor novela de terror imaginada.

Pues bien, desde hace unos años en diversos países de mayoría budista como Birmania o Sri Lanka la minoría musulmana además de estar discriminada se ha convertido en el objetivo de grupos de fanáticos budistas con el mismo argumento usado por el hombre desde el principio de los tiempos: que al adorar al dios incorrecto son culpables de todos los males del país. Y en este contexto de fanatismo, conspiranoia, paranoia y odio al diferente se ha producido una nueva ola de violencia contra la minoría musulmana en Sri Lanka con el resultado de muertos, heridos, quema de viviendas y negocios y desplazamiento de la población. 

Con lo que se demuestra que da igual los principios espirituales y dogmas de una creencia, puesto que la religión en cualquiera de sus variantes es una de las formas más efectivas que existen para separa a las personas y el medio más eficaz para canalizar el descontento, el miedo y la ira de las masas.




4 comentarios:

  1. esto me recuerda a un libro llamado Dios no es bueno, de christopher hitchens, en el que hablaba de los japoneses budistas en la segunda guerra mundial y su filosofía kamikaze

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  2. Anónimo9:58 p. m.

    También he leído ese magnífico libro de Hitchens.
    Te da muchas pistas y datos para poder defender la postura de que las religiones asiáticas tienen un lado oscuro que la gente no parece concebir.
    Un saludo

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  3. Gran libro hace unos años que me lo metí entre pecho y espalda

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  4. Que asqueado estoy de escuchar todos los días el mismo cuento: los budistas no son partidarios de la violencia y el Dalai Lama es un "santo". ¿Cuantas veces abre escuchado esa afirmación sin fundamento historico? Si me hubieran dado un centavo ya sería más rico que el Sucker-berguer de Facebook.

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