La vergonzosa campaña antiabortista de Ruiz Gallardón, Rouco Varela y sus prehistóricos adeptos

Es hora ya de decir basta a la absurda cruzada, iniciada por el ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón y aplaudida por la ultraderecha más recalcitrante y la iglesia católica más medieval, para que desandemos treinta años de camino y España vuelva a las oscuras épocas ya olvidadas, en donde únicamente las mujeres con medios económicos se podían permitir el lujo de abortar en asépticas clínicas del extranjero, mientras que las pobres desesperadas con menos recursos quedaban abocadas a parir uno tras otro los hijos de la miseria o bien a jugarse la vida al ponerse en manos de verdaderos carniceros para proceder a un aborto ilegal en condiciones insalubres.

Porque como los fanáticos creyentes en zarzas ardientes, vírgenes y santos o palomas extraterrestes consigan sus propósitos, al final vamos a terminar como en algunos países latinoamericanos obligando a las niñas violadas por sus padres a tener el hijo de delito o a alumbrar unos pobres monstruos con malformaciones para mayor gloria de un diosecillo ignorante, rijoso y pervertido pero siempre sediento de la sangre y del sufrimiento de sus teóricamente queridas criaturas.