En una nueva muestra de desatinada tozudez y de desconexión con la realidad, el jefe mundial de
pederastas sotanados y de parásitos con alzacuellos, Benedicto XVI ha
declarado ante miles de arrobados fieles presentes en el Aula Pablo VI en
el Vaticano para recibir su dosis de catequesis semanal (por cierto, vaya
tragaderas que tiene el rebaño católico) que
"el deseo de conocer a Dios realmente, es decir, de ver el rostro de Dios, está en todos los hombres, incluso en los ateos. Y nosotros tenemos este deseo consciente de ver quién es, qué es, qué es para nosotros. Pero este deseo se realiza siguiendo a Cristo".
Y yo me pregunto ¿cómo puede ser tan prepotentemente
ignorante este senil sotanado? ¿De verdad que budistas, sintoístas o hinduistas
quieren ver el rostro de tu dios trino? ¿Pero en forma de paloma o de zombi
crucificado? Y no digamos ya los ateos, entre los que me encuentro y por propia
experiencia sé que no dedicamos ni un segundo de nuestra vida a su absurdo geniecillo
de pastores de cabras. O ya puestos a ningún otro de los miles que pueblan la
fértil e inagotable mitología humana.
En fin, no te equivoques Benedicto y deja de alucinar. A los ateos quienes
nos preocupan de verdad (y muchas veces nos quitan el sueño) son todas y cada una de las jerarquías religiosas (y yo
personalmente al vivir en España, tengo una especial fijación con la católica
por ser la que siempre tenemos encima como una espada de Damocles) por su
despiadado afán de controlar las mentes y ya de paso los cuerpos de todos los
ciudadanos (creamos o no en sus absurdas demencias) y por su inveterada
capacidad de parasitar a la sociedad año tras año y siglo tras siglo para poder
seguir difundiendo sus ridículos y antidemocráticos cuentos sólo aptos para
débiles mentales.
Piensa el ladrón que todos son de su condición.
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