Desde diversas entradas de este blog he venido defendiendo
que los verdaderos y auténticos creyentes están incapacitados para
desenvolverse con normalidad en este mundo hiperdesarrollado. Ello es debido a
que, las supuestas verdades reveladas de su fe y en las que basan sus opiniones
y también sus actos ha sido refutadas por el conocimiento científico actual, por
lo que se encuentran habitualmente ante la molesta disyuntiva de actuar en
contra de sus creencias (lo que genera problemas de conciencia, indecisión y estrés)
o bien de perseverar en su piadoso error, lo que muchas veces es perjudicial
para sus propios intereses, salud o incluso supervivencia como en el caso en
que la religión choca con la medicina. Pero en general, mientras este tipo de
conflictos se mantengan en la esfera de lo personal, afectando únicamente al
individuo en cuestión, queda como un simple problema de libertad de una personal
disfuncional.
Sin embargo esta situación cambia radicalmente cuando se
pasa de la esfera de lo personal a la de lo público, es decir cuando uno de estos
verdaderos y auténticos creyentes alcanza un puesto relevante en la maquinaria
de poder. Desgraciadamente en España hemos tenido varios ejemplos recientes de
este comportamiento basado en una disparatada mezcla de ignorancia, prepotencia
y desinhibición debida al virus de la fe, con diferentes ministros, magistrados
del tribunal supremo y alcaldesas haciendo absurdas declaraciones, más propias
de un monje medieval que de una persona supuestamente instruida de nuestro
actual siglo XXI y de cuyo experto criterio depende la toma de decisiones
importantes para el buen gobierno del país. Entonces ¿es juicioso dejar en
manos de estos iluminados el gobierno que requiere nuestra actual sociedad?
Pues bien ahondando es esta línea, el economista y premio
Nobel de Economía Paul Krugman analiza en un reciente
artículo la capacitación del que, en la actualidad es una estrella
emergente del universo político republicano estadounidense y la persona que, ahora
mismo tiene más posibilidades de liderar ese partido ultraconservador de cara a las
presidenciales de dentro de cuatro años. Se trata del senador Marco Rubio, una persona
profundamente religiosa (en este caso y para variar de la corriente católica)
como sólo se puede ser en EEUU, el cual cuando
era presidente de la Cámara de Representantes de Florida, comparó la enseñanza
de la evolución con las tácticas de adoctrinamiento comunista y declaró que la enseñanza
de la ciencia podría socavar la fe de los niños en lo que sus padres les han
dicho que crean. Nuestro paladín del conservadurismo también hizo gala de su
literalismo bíblico cuando en una entrevista se le preguntó por la edad
de nuestro planeta declarando
“Yo no soy científico, hombre”, “es una disputa entre los teólogos” y “es uno de los grandes misterios”
Es para que el entrevistador le hubiera recordado que no hay
misterio alguno ni disputa entre teólogos, porque unos señores llamados
geólogos (de los que probablemente no tiene noticia nuestro ignorante político)
han determinado una edad de la Tierra que no concuerda para nada con lo escrito
en su adorada biblia por unos iluminados de la Edad del Bronce.
Como bien dice
Krugman
"ahí tienen la actitud del moderno Partido Republicano, no solo hacia la biología, sino hacia todo: si las pruebas parecen contradecir la fe, eliminen las pruebas"
Y el economista continúa golpeando duramente en la línea de
flotación de la credibilidad y la preparación del no olvidemos actual senador
de los EEUU
"Al fin y al cabo, vivimos en una época en la que la ciencia desempeña una función económica crucial. ¿Cómo vamos a buscar de manera eficaz recursos naturales si las escuelas que intentan enseñar la geología moderna tienen que dedicarle el mismo tiempo a las afirmaciones de que el mundo solo tiene 6.000 años? ¿Cómo vamos a seguir siendo competitivos en biotecnología si las clases de biología evitan cualquier tema que pueda ofender a los creacionistas?"
En resumen, este es el gran problema de los gobernantes carcomidos
por el fundamentalismo religioso, no entienden de ciencia y además se vanaglorian
de su analfabetismo mental escudándose en su locura religiosa. Entonces ¿pueden
tomar decisiones sensatas sobre educación, sanidad, cambio climático, gestión
de recursos naturales, etc basándose en sus erróneas y prehistóricas creencias y
negando la validez del conocimiento científico? O bien por precaución, ¿deberíamos
incapacitar por ley para todo cargo de responsabilidad pública a los verdaderos
creyentes en cualquier religión? Lo digo porque esta cauta ley acabaría de un
plumazo con la mayoría de la cúpula gobernante actual de España, ya que hoy por
hoy ésta se encuentra copada por múltiples miembros de las diversas sectas fanáticas
de la iglesia católica, los cuales dedican gran parte de sus esfuerzos a rogar
al santoral católico en busca de ayuda para el buen desempeño de sus
obligaciones públicas en un vergonzoso y palpable reconocimiento de su ineptitud como gobernantes.
P.D. a 13/01/2013
La lista tanto de políticos norteamericanos negacionistas
como los diversos objetivos de sus locuras sigue aumentando en EEUU. Ahora resulta que un congresista
republicano estadounidense no sólo se opone a la evolución sino también a
la Teoría del Big Bang de la que dice que sale directamente del infierno. Al final, cuanto más ignorantes más soberbios.
Y lo peligrosos que pueden llegar a ser desde el punto de vista social. El presidente ugandés, que ha consagrado el país a su dios, está a punto de culminar una ley que se aprobará antes de que acabe el año donde le darán "matarile" a todo gay y lesbiana que pillen. Pero, ¡ah, eso sí, con mucho amor de su dios.
ResponderEliminarAlfonso
ResponderEliminarComo tú muy bien dices el caso de Uganda es muy preocupante y ya lo comenté en una entrada previa
http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/06/espana-y-uganda-no-son-tan-diferentes.html
Y desgraciadamente parece en que las llamadas democracias occidentales "avanzadas" más que avanzar estamos retrocediendo a marchas forzadas por la conjunción de neoliberalismo y fanatismo religioso.
Saludos
Claro que no están capacitados. Sólo hay que mirar atrás o mirar la triste realidad que viven actualmente los paises cuyos gobernantes son unos fanáticos religiosos.
ResponderEliminarMuy buen artículo.
Reflexión muy acertada y novedosa. Es radicalmente cierto que personas creyentes no pueden ser objetivas ni pensar en el avance y desarrollo de la sociedad cuando su Fé es la única verdad inapelable para ellos, y ya sabemos el origen y la finalidad de todas las religiones. Las creencias religiosas conducen directamente al fanatismo y la exclusión.
ResponderEliminarCreo que este es el mejor argumento para desacreditar los gobiernos de estos locos. Concuerdo con todos los comentarios previos y añado, que aunque breve, es uno de los mejores posts que he leído últimamente en la blogósfera.
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