Históricamente, una de las interpretaciones clásicas de la Teoría
de la Evolución ha consistido en la importancia del papel de la competición
como uno de los motores fundamentales del éxito reproductivo de los individuos
de las diferentes especies. Esta idea extrapolada directamente al ser humano y
sus sociedades sugiere que el enfrentamiento y la guerra pueden tener una
función adaptativa. Explicado muy concisamente, implicaría un mayor de éxito
reproductor entre los individuos más agresivos o guerreros frente a los más
pacíficos. Diversos estudios entre los que destacaban los realizados por el
antropólogo norteamericano Napoleon Chagnon entre los años 60 y 80 del siglo pasado, sobre
la belicosa sociedad de los indios Yanomami de la selva
brasileña, en donde alrededor del 30% de los adultos varones moría de forma
violenta, concordaban con esta interpretación. Así en sus
estudios, Chagnon mostró que aquellos indígenas más belicosos parecían
tener más esposas y más hijos que los menos guerreros, por lo que la violencia parecía
aumentar el éxito reproductor y por tanto evolutivo de los individuos que la
practicaban. Posteriores análisis de los datos originales de Chagnon mostraron
que inadvertidamente existía un sesgo de los datos originales del estudio, puesto
que la edad media de los varones catalogados más belicosos era alrededor de una
década mayor que la de los considerados menos agresivos, por lo que las
diferencias en el éxito reproductor bien podrían deberse a esa acusada
diferencia de edad. Mucho más
recientemente, en el año 2009 otro grupo de científicos retomó el tema y
decidió estudiar otra tribu aun más violenta. Así eligieron a los Waorani, que viven en el
Ecuador más remoto y que presentan la mayor tasa de homicidios de todas las
sociedades estudiadas antropológicamente. Los datos
obtenidos mostraron que los individuos menos agresivos tenían mayor tasa
reproductora que los más belicosos. Por lo que parecía desaparecer esa ventaja
evolutiva de la violencia fraticida.
Además muy recientemente se ha publicado un número monográfico en la
revista Science sobre conflictos humanos en la que el investigador Douglas
Fry revisa los datos
conocidos de diferentes culturas y momentos históricos en diferentes
continentes, en donde se superó el enfrentamiento y la guerra y en los que la
cooperación y el pacifismo fueron y son norma. Todo ello implicaría que no
existe un fatalista determinismo imbricado en los genes o en el comportamiento
social de nuestra especie, que nos obligue a superar nuestras diferencias irremediablemente
mediante la confrontación y que la Humanidad posee de antiguo mecanismos
adaptativos para crear sistemas sociales libres de violencia y construir un
mundo más pacífico.
La creencia en la competencia y en el comercio libre es tan falsa como las de las religiones. Ambas creencias las fomentan los que no tienen escrúpulos en agredir y robar a sus semejantes para que creamos que tienen un derecho casi divino a enriquecerse a nuestra costa, fomentando la competencia salvaje e incluso provocando guerras.
ResponderEliminarMi ideal de progreso es justamente lo contrario: superar la lucha por la supervivencia, vivir y dejar vivir.
Creo que la cultura humana está ahora en condiciones de mejorar nuestras condiciones de vida mejorando el entorno y la convivencia, en vez de degradarlos. Pero las creencias falsas todavía tienen mucho poder en las decisiones y obstaculizan cualquier buen propósito
Comento el comentario porque me parece contradictorio. Predica el vivir y dejar vivir pero al parecer eso no incluye el comerciar y dejar comerciar. ¿Quién decide cómo y cuándo comerciar? ¿En ese mundo idílico habrá algunas otras excepciones más en lo de vivir y dejar vivir? Analizando los paises que aplican las restricciones más feroces al comercio libre está claro lo que realmente significa: vive y deja vivir como te ordene el Estado. Me suena a la famosa salmodia orwelliana Granja Animal: todos somos iguales pero unos más iguales que otros. El totalitarismo disfrazado de libertarismo en totalitarismo se queda.
ResponderEliminarEl mercado totalmente libre lleva a donde estamos ahora: paises enteros arruinados y controlados por los paises ricos. Ningún extremo es sano. Ni el libre comercio ni el control absoluto. No hace falta llegar a la situación de "Rebelión en la Granja" de Orwell para que se eviten los abusos de los poderosos sobre los que viven de su trabajo. ¿Acaso alguien se cree que es libre competencia una lucha entre un gran banco y el desempleado al que deshaucia?. Los que se aprovechan de la sociedad y se enriquecen a costa de provocar miseria tienen la batalla perdida, porque la sociedad a la larga es más fuerte. Durante el siglo pasado se consiguieron muchas mejoras sociales que lo demuestran.
ResponderEliminarFisivi y Juan
ResponderEliminarLa competencia desde el punto de vista evolutivo indica que cuando los recursos (comida, acceso a la reproducción, etc son limitados) aquel animal que esté mejor adaptado sobrevivirá más y probablemente dejará más descendencia. Así, esto no tiene nada que ver con la idea económica de competencia y libre mercado.
Como en las especies sociales cuando hay enfrentamiento siempre es por jerarquías de dominio y salvo muy escasas excepciones la lucha nunca acaba con la muerte del oponente y el fenómeno de la guerra al estilo humano es desconocido en la naturaleza (los datos con nuestros primos los chimpancés son todavía bastante parciales y confusos) había que buscar un mecanismo evolutivo (adaptativo o parasitario) por el cual explicar la guerra.
Así una extrapolación interpretativa directa de la competencia animal aplicada en humanos fue (como indico en la entrada) que la guerra era un mecanismo adaptativo que permitía el éxito reproductor de aquellos que la realizaban. Los datos de Chagnon parecían demostrar esta hipótesis hasta que los nuevos estudios han indicado que, al menos al nivel estudiado, la guerra no favorece en términos evolutivos a los guerreros, por lo que habrá que seguir investigando.
Desde mi punto de vista personal pienso que la hipótesis adaptativa de la guerra presenta un problema. El extrapolar directamente lo que conocemos de nuestra fase histórica (repleta de enfrentamientos y guerras entre pueblos, civilizaciones e imperios) a la época prehistórica en la que nuestros lejanos antepasados vivían en bandas de cazadores-recolectores de unas pocas decenas de individuos sin ninguna jerarquía. No es necesario un enfrentamiento físico entre dos bandas de humanos y la conquista del territorio (por otra parte inmenso para esos pequeños grupos) para que uno desplace al otro. Un simple avance en la eficiencia de encontrar o procesar la comida, el descubrir un nuevo alimento, etc puede ser la llave del éxito. Esa es una de las hipótesis actuales para explicar el triunfo de los sapiens frente a los neandertales. Otra cosa es cuando los humanos se sedentarizaron en tierras fértiles próximas a caudalosos ríos, allí parece ser que sí es una ventaja disponer de una estructura social estable, estratificada y jerárquica con logística militar. Pero eso ya es otra historia.
Ateo y Juan
ResponderEliminarQuizá venga a cuento un artículo publicado hace unos días en "Noticias de la Ciencia y la Tecnología":
http://noticiasdelaciencia.com/not/4733/cooperacion_entre_individuos_versus_seleccion_natural/
En él se refiere a estudios de biología evolutiva que confirman que la cooperación tiene éxito evolutivo en los humanos.
Uno de los motivos de este éxito es que los individuos cooperantes se unen entre si y marginan a los que reciben ayuda de los demás, pero no cooperan.
Creo que esto es aplicable a los indivíduos que ejercen el capitalismo salvaje, aprovechándose del trabajo de la mayoría. Se comportan como podrían hacerlo los hombres prehistóricos que abusaban de su fuerza para arrebatar la caza realizada en común. Esto es algo que sucede tanto entre chimpancés como en muchos depredadores. La diferencia con los hombres prehistóricos es que ahora usan la fuerza económica en vez de la muscular, pero sus impulsos naturales son los mismos y están sometidos a evolución por selección.
Fisivi
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo contigo. La cooperación, el altruísmo e incluso el sacrifico están bastante estudiados a nivel evolutivo en múltiples especies y nadie puede dudar ya de su papel adaptativo. Otra cosa son los comportamiento humanos complejos y específicos de nuestra especie sobre los cuales queda mucho por estudiar. Quizás las mejores aproximaciones (aunque no las únicas) que conozco sobre el tema vienen de Marvin Harris y Jared Diamond.
BIG BANG O REVELACIÓN
ResponderEliminarDesconocido amigo: no le conozco pero le agradezco sus palabras. Dice que soy un fanático ¿De qué soy fanático? ¿De Jesucristo? Sí que lo soy.
No quiero vivir una vida sin rey ni Roque, ni fe ni conciencia. Soy feliz con mi fe (que no es creencia de ignorante), y recomiendo a todos que se entreguen a esa forma de fe.
Si consideramos que la vida es corta y es milicia, que decía el Santo Job, nos daremos cuenta que hasta a los que mejor les va, están plenos de miedos y paranoias. El dinero es un diocesillo que lo mueve todo, pero no da vida; la sabiduría espiritual, sí, da vida.
Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores. (Eclesiastés 7:12) Usted podrá tener mucho dinero, pero si no tiene paz y esperanza de una vida eterna, va usted aviado.
Y ya no le digo de los que la vida es para ellos una “perra vida y un perro sufrir”. Como dice el apóstol: Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
Por lo cual, ¡oh amados! estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha alegres e irreprensibles, en paz. (2ª Pedro 3:13, 14). Eso espero y sobre todo espero a Jesús como mi amigo, de verdad, sin condiciones ni reproches.
En multitud de ocasiones he hablado del esfuerzo que me cuesta creerme que un organismo humano, tan bien hecho, o el Universo, o la luz, o tantas cosas surgieron por arte de birlibirloque. La verdad que he querido darle crédito a los ateos, como una opción más, y no he podido por mucho que he esforzado mi mente y mi espíritu.
Y en cuestiones sociales, la fe dice a todos: no mates, no juzgues mal, no hagas juicios temerarios, respeta a tu mujer/marido, amarás a los demás y serás solidario, etc.
Que a usted no le guste tal o cual clérigo, sea de la observancia que sea, es otra cosa; igual a usted le parece malo, y en cambio es una buenísima persona.
Una vez adelanté de mala manera a una furgoneta, y tuve que parar un poco más adelante por un obstáculo que la monja que la conducía vio, y yo no. Pero amigo, había que oír a la monjita de marras.
Por la furia (justificadísima) de la monja, no puede usted calificar a los clérigos y “clérigas”, y menos a la Iglesia, como no puedo yo calificar a todos los no creyentes, ateos o agnósticos, por los crímenes de “Jack el destripador”. Y menos a la monjita. Tal vez la pobre no durmió aquella noche penando en sus excesos
Verá usted; para engendrar una “boutade”, no hace falta meterse en estos berenjenales religiosos; le sugiero batallar con la política, que se presta a toda clase de especulaciones y opiniones. Ahí sí que hay un buen filón, para los que quieran dar su opinión.
Le aconsejo pues que se emplee a fondo con estas materias políticas que dan tanto de sí. El mundo no lo hicieron los albañiles, como usted jocosamente me dice de broma,
Una moraleja antigua.
El reloj lo hizo el relojero
El mundo lo hizo Dios
No hay reloj sin relojero
No hay mundo sin Creador.
Rafael
ResponderEliminarTe equivocas completamente. Yo no juzgo a un sacerdote o monja por sus delitos. Yo denuncio a una entidad como la iglesia católica que sistemáticamente se dedica a encubrir horribles crímenes sexuales, a apoyar a piadosos criminales y a genuflexos genocidas, a difundir la ignorancia y la superstición en un mundo escaso de lucidez, a entorpecer cualquier avance científico, a consumir ingentes recursos públicos en megalómanas y absurdas construcciones y en costosos rituales, en fomentar la superpoblación, etc, etc, etc.