En algunas entrada previas he comentado la aparición de
nuevas religiones en nuestros tiempos, desde el paródico pastafarismo,
pasando por el kopimismo
o religión del intercambio de archivos hasta aquellas nuevas religiones con tal
sentido místico y adoctrinador que no se diferencian en nada de sus más
antiguas competidoras y por tanto más venerables creencias, como la iglesia de la Cienciología, el Crislam
o el renacimiento del paganismo
en Inglaterra. Pues bien, de este país nos vuelve a llegar una nueva religión. Parece
ser que un tal Paul Bennett, habitante de la ciudad inglesa de Birminghan y no sé
si aburrido por su triste y anodina vida o por el inveterado deseo de vivir a
costa de sus semejantes sin dar golpe (costumbre que profesan con asiduidad y
devoción todos los intermediarios del más allá) ha decidido autoproclamarse profeta
de una religión denominada Batmanismo. Y así ataviado de esta guisa
es decir con el traje adecuado: un alzacuellos y cubierto
por la máscara de Batman recorre la ciudad para diseminar la buena nueva del evangelio de Bruce Wayne,
protagonista del cómic de ficción mundialmente conocido como Batman.
Los seguidores de la nueva religión deben hacer voto
para luchar contra la corrupción y defender la verdad, que bien nos vendrían actualmente
en España menos santurrones católicos presuntamente malversadores de caudales
públicos como Carlos Dívar y más seguidores del
batmanismo. Los nuevos adeptos deben realizar una ceremonia de iniciación denominada
“batmitzfa” a semejanza del Bat Mitzvah del judaísmo. Por supuesto
también deben estudiar esas sagradas escrituras que son los comics de la serie
original. Los elegidos podrán acceder después de la muerte a algo parecido al
cielo (que es la residencia de Bruce Wayne) por supuesto presidido por el
héroe del cómic. Y como no podía ser de otra forma, aquellos impíos que
rechacen la verdad de esta religión pues como siempre a sufrir, esta vez caerán
en las garras del Joker,
el conocido archienemigo de Batman y vivirán condenados por toda la eternidad
bajo su terrible dominio en el Asilo-Manicomio de Arkham.
El susodicho Paul Bennett comenta que aunque existen pocos
seguidores del batmanismo en Inglaterra, él no desespera. Ánimo chaval, que a
la vista del nivel de ignorancia e imbecilidad de la mayoría de los humanos, con
un poco de esfuerzo y suerte acabarás convirtiendo a toda la Humanidad a tu
religión. Total la tuya es tan válida, verídica, razonable y respetable como
todas las que a lo largo de los milenios han cautivado a miles de millones de
supersticiosos, analfabetos, crédulos, ignorantes y demás débiles mentales, que
malgastaron sus anodinas vidas en adorar las absurdeces inventadas por
iluminados y timadores a lo largo y ancho de nuestro castigado planeta.
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