Siempre se ha sugerido que las personas religiosas son más
proclives a la compasión y a ayudar al prójimo puesto que son mandamientos
prioritarios de sus creencias. Y por tanto, esta inferencia indicaría que cuanto
más religioso sea un individuo mayor debería ser su compasión. Pues bien, un
estudio realizado en la Universidad norteamericana de Berkeley parece
indicar lo contrario y desmontar este mito. Analizando las respuestas de 1300 norteamericanos
adultos, los autores del estudio encontraron que las personas más fuertemente
religiosas eran menos proclives a la compasión que las menos religiosas o las
directamente no religiosas.
Este estudio refuerza mi idea personal de que los creyentes
son en realidad personas muy egoístas únicamente interesadas en negociar
ventajas con el supuesto más allá y que todas sus acciones están determinadas
por ese intento infantil de agradar al ser superior, pero que en realidad no
implica una verdadera y libre elección por el bien. Ello explicaría también
porqué cuanto más fuerte es la creencia, más dispuestos están los individuos
religiosos a cometer las mayores atrocidades en nombre de su dios particular. Sería
un mecanismo similar al comportamiento de los individuos integrados en grandes
asociaciones criminales de tipo mafioso. Obedecen las órdenes criminales porque
sus superiores directos al igual que los sacerdotes, ulemas o rabinos les
indican que eso es lo que quiere el gran capo, el cual sería el equivalente al
dios inaccesible pero todopoderoso de cualquier religión.
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