Leo en El País que se
ha celebrado un referéndum en el estado norteamericano de Carolina del Norte,
que ha deparado el resultado de incluir una enmienda en su Constitución estatal
para definir el matrimonio como únicamente heterosexual, ilegalizando los
casamientos civiles entre personas del mismo sexo. Según informa el periódico,
con este son ya 30 los estados de Norteamérica que prohíben los matrimonios
homosexuales y casi siempre que se ha sometido a votación, los detractores de
las uniones homosexuales han conseguido ganar los plebiscitos.
A lo largo de la historia de los EEUU ha sido bastante
habitual en diversos estados prohibir derechos fundamentales
de las minorías basándose en la celebración de referéndums. Así por ejemplo los matrimonios interraciales o el
sufragio de los afroamericanos fueron inpedidos en diferentes estados de la
Unión tras esta democrática costumbre del refrendo popular.
Así que nada, siguiendo con esta ancestral costumbre
democrática, miedo me da cuando en cualquier estado del cinturón de la Biblia
estadounidense se plantee un referéndum sobre si este supuesto libro sagrado
pueda o deba ser (como el Corán en los países islámicos) fuente de derecho. Con
un poco de mala suerte y ya que los fanáticos e intransigentes religiosos cristianos
son mayoría en muchos de estos estados, se terminarán legalizando oprobiosas
costumbres ancestralmente dictadas por la religión como la esclavitud, la
lapidación de ateos, herejes, homosexuales, lesbianas o adúlteros, la quema de
brujas y hechiceros o la persecución de cualquier otro colectivo o individuo,
que incumpla la retrógrada moral inventada por unos pastores de cabras
analfabetos alucinados por el sol y la sed del desierto, tal y como predica el salvaje
y antidemocrático antiguo testamento. Y por supuesto, nada de enseñar ciencia
atea como evolución, teoría heliocéntrica o psiquiatría que ya sabemos que son
inventos del maligno para apartarnos de la piadosa senda de la religión
(cristiana por supuesto).
En resumen, hacer depender derechos fundamentales de las
personas de una votación (por muy democrática que ésta sea) es la forma más
mezquina y cobarde que se me ocurre de mal uso de la propia democracia.
En España no hace falta enmienda alguna, ya está definido así en la Constitución. Así que un día puede ser que el Constitucional salga de su legendario letargo y meta un susto y cambie la vida de mucha gente acogida a una ley que no se planteó de manera técnicamente correcta por razones puramente mediáticas.
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