Un ciudadano indonesio comentó en su Facebook que “dios no
existe” y ahora se
enfrenta a un juicio en el que puede ser condenado a una pena de 11 años de
cárcel por blasfemia. Cinco años serían por insultar a una religión y otros
seis por usar internet para difundir blasfemias. Además nuestro ciudadano ha
sido rechazado por su comunidad y apaleado por una turba de encolerizados creyentes. Las autoridades están dificultando sus comunicaciones con sus abogados
que también están siendo perseguidos e intimidados. La situación es tan
dramática que este individuo ha tenido que pedir disculpas públicas y hacer
profesión de fe musulmana ya que algunas asociaciones islámicas han pedido que
se le aplique la pena de muerte vigente en el país.
Ello es posible porque resulta que aunque Indonesia es una
democracia formal en la que existe libertad de culto, ésta únicamente es
aplicable si el ciudadano se define como creyente en alguna de las siguientes seis
religiones: islam, catolicismo, protestantismo, budismo, confucianismo e
hinduismo. Cualquier persona que crea en otra religión diferente o como nuestro
protagonista que no cree en ninguna de ellas puede ser perseguido por las leyes
antiblasfemia y de defensa de la religión indonesias y encarcelado. Así, no
sólo existe persecución contra los ateos sino también contra algunas religiones
minoritarias no reconocidas ni amparadas por las leyes del país, de tal forma
que diversos colectivos de derechos humanos comunican que están aumentando los
actos de intolerancia por motivos religiosos.
En resumen, un nuevo caso de persecución en nombre de absurdos
y alienantes seres mitológicos.
P.D.
En la actualidad decenas de países, incluidas muchas
democracias occidentales, mantienen leyes contra la blasfemia
que persiguen el ateísmo con penas que oscilan desde algunos meses de cárcel hasta
la pena capital. Por lo que los ateos en gran parte del mundo seguimos siendo
una de las principales minorías objeto de persecución ideológica.
La creencia en una religión puede ser considerada blasfemia para otra. Por ejemplo, el afirmar la divinidad o no divinidad de Jesucristo para judíos o cristianos. La única forma de no blasfemar es ignorar todas las religiones. Siempre que no se diga que se hace eso, claro.
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