Respeto al satanismo, por supuesto

Ya comenté anteriormente en algunas entradas previas (1, 2 y 3) que permitir a algunos individuos que invadan el espacio público con sus absurdos ritos implica abrir la caja de Pandora a todo tipo de timadores y alucinados. Pero claro, si los católicos festejan por todas nuestras calles y plazas a unas obscenas imágenes recargadas de sedas, oros y brocados en nombre de un supuesto humilde redentor que era pobre de solemnidad, si los piadosos ministros evangélicos curan y expulsan demonios en directo, si los chiitas se torturan y mutilan en la fiesta de la Ashura, si los testigos de Jehová y los mormones pueden alterar la paz de nuestros hogares con sus reiteradas visitas, pues ¿cómo vamos a impedir que otros iluminados en cualquier esotérica creencia demuestren en público su fervor hacia su respectivo extraterrestre con poderes?. Pues eso mismo es lo que pide un preso encarcelado en una prisión norteamericana: poder transmitir sus creencias a sus compañeros de prisión como cualquier otro proselitista religioso. La creencia es lo de menos, este señor se define seguidor del satanismo y argumenta, con buen criterio, que mientras difunda sus creencias sin violencia se encuentra a la misma altura que los cristianos. Grupo que por cierto, no puede ofenderse mucho porque probablemente no existe libro más violento que la Biblia ni dios más criminal, rencoroso y psicópata que el del antiguo testamento. Así que parece ser que según la noticia publicada tiene bastantes probabilidades de conseguir su propósito. Lo dicho, otra muestra más del absurdo de las religiones.