Continuando con mi post anterior sobre los argumentos de los creacionistas defensores del diseño inteligente, otra faceta de la naturaleza que siempre olvidan es la de la existencia de infinidad de patógenos: virus, bacterias, hongos, parásitos que acechan a cualquier especie en general y al ser humano en particular. Ellos también están exquisitamente adaptados para su supervivencia, lo que implica para nuestra desgracia dolor, sufrimiento y muerte. Como bien expresa el brillante zoólogo y comunicador británico David Attenborough:
“Cuando los creacionistas hablan acerca de Dios creando cada especie individual como un acto separado, ellos siempre se refieren a los colibríes, o las orquídeas, los girasoles y organismos hermosos. Pero, en lugar de ello suelo pensar en un gusano parásito que barrena a través del ojo de un niño sentado en un banco de un río de África occidental. Un gusano que está dejándolo ciego. Y [les preguntó a los creacionistas] ¿están diciéndome que el Dios en el que ustedes creen, el cual dicen es un dios de misericordia, que cuida de cada una de sus criaturas, creó este gusano que no puede vivir en otro lugar diferente que en el globo ocular de un inocente niño? Porque eso no me parece que coincida con un dios lleno de misericordia.”
Así que los teístas vayan a África y les digan a esos niños y a sus padres que un dios infinitamente magnánimo y bondadoso ha diseñado perfectamente a ese gusano para que le trepane el ojo a la criatura por un designio inescrutable.
Yo mejor me quedo con la explicación que se da en el siguiente vídeo mordaz:
Muy gracioso, es que las explicaciones de estos muchachos son tan descabelladas que se ridiculizan solas. Tú puedes creer en lo que quieras pero de ahí a tratar de "acomodar" tus creencias con la evidencia que se manifiesta frente a tí, da como para reír un rato largo.
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