Si dios afirma que hay que no hay que comer carne de vaca o de cerdo, que hay que mutilar genitalmente a tu hijo o hija, que un poco de vino se convierte en la sangre de un profeta muerto hace 2.000 años que además hay que beber cada domingo o que un anciano rijoso se puede acostar con una niña de 9 años nadie puede objetar nada.
Y como además ese dios parece que no se comunica adecuadamente con los humanos, porque cada sociedad tiene un conjunto de mandatos divinos distintos y cada cual más delirante y retrógrado que el anterior, el resultado solo puede ser el enfrentamiento a muerte entre grupos humanos diferentes.
Pero la Ciencia ha encontrado la solución a este problema que lleva enredando (y matando) a los humanos durante milenios, puesto que ha desvelado que las epidemias, el rayo, los terremotos y las sequías no son castigos divinos y el resto de “intervenciones” divinas tampoco, sino simples procesos naturales regidos por leyes tangibles que a veces podemos predecir e incluso modificar a nuestro favor.
Es por ello que ya va siendo hora de poner a las religiones en su sitio: el cajón del olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario