Aunque los cristianos afirman que las “enseñanzas” del
nazareno milagrero y de ese tal Saulo de Tarso tras su accidente equino (el
cual fue en realidad el verdadero creador del cristianismo) supusieron un “avance” moral
con respecto a la tradición judía, la verdadera realidad es que el Cristianismo
es más horriblemente cruel que el Judaísmo.
Y esto es así porque en el Antiguo Testamento el celoso,
colérico y demente Yahvé podía torturar de mil maneras a sus “amados” siervos
(sirva de ejemplo el caso del pobre Job) hasta su horrible muerte y a veces
hasta las de sus hijos y nietos, pero toda la crueldad divina acababa cuando el
interfecto abandonaba este valle de lágrimas, porque iba a la paz de la fosa
donde los gusanos daban cuenta de su malogrado cuerpo.
Sin embargo, la podredumbre moral del cristianismo inventó que la tortura divina puede extenderse por toda la eternidad con una crueldad casi inconcebible para todos aquellos que no han aceptado el “amor” del nazareno demente o incluso para aquellos piadosas ovejas del rebaño cristiano que hayan pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión como nos enseñaron en nuestra infancia a algunos durante el criminal nacionalcatolicismo hispano.
Jesús ni Pedro existieron pero si existió un listillo llamado Saulo de Tarso que escribió que andaba con Pedro. Toma mito.
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