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20 de octubre de 2024

Ese tan estúpido "diseño inteligente"

Los adocenados creyentes afirman (sin prueba alguna por supuesto, que ellos son así de chulos) que la increíble diversidad del mundo natural en general y la propia existencia del cuerpo humano en particular son la prueba fehaciente de que un “diseñador inteligente” está detrás de toda la vida en la Tierra. Sin embargo, no hay que tener un doctorando en biología evolutiva para comprender que en caso de que los religiosos tuvieran razón, esa supuesta entidad omnisciente, infinitamente inteligente y perfecta hizo un trabajo más que chapucero con su supuesta obra maestra: el hombre, que no la mujer, que como todos sabemos fue tan solo un añadido costillar del macho elegido.

 

Así por ejemplo, a los varones humanos nos crece pelo en las orejas, tenemos pezones y lo que es peor, podemos desarrollar cáncer de mama ¡no me digan que no tiene mucha mala leche la divinidad judeocristiana! 

Pero quizás el ejemplo más llamativo de que, lejos de haber sido “diseñados” por una entidad “inteligente”, somos el azaroso resultado de una selección natural absolutamente rácana y repetitiva en sus esquemas es el famoso nervio laríngeo recurrente, que por mera conservación funcional pasó de cubrir en linea recta los pocos centímetros que separaban el cerebro del corazón de nuestros lejanos antepasados piscícolas hasta cubrir metros y metros de tortuosas vueltas en unos mamíferos que desarrollaron un cuello cada vez más largo.

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