En el mundo actual se ha establecido un grave malentendido: se intenta trasladar el concepto de colaboración y acuerdo a todas las esferas sociales. Y este concepto, básico para las relaciones entre individuos, en donde casi siempre la mejor solución es un acuerdo entre iguales aún cuando este sea imperfecto, sin embargo casi siempre es la peor de todas las decisiones cuando se trata de buscar el equilibrio entre los derechos fundamentales de la ciudadanía y los intereses de las grandes empresas.
El cada vez más dominante pensamiento único económico ha impuesto un gran logro social los acuerdos entre grandes multinacionales y los gobiernos. Pero estos "acuerdos" no sólo son casi nunca un buen acuerdo entre las partes, sino que la mayoría de las veces suelen beneficiar de manera casi exclusiva a la parte corporativa, que en general por unos pocos millones de euros/dólares (además desgravables en la próxima declaración de impuestos) consiguen beneficios de todo tipo tanto a corto como a largo plazo. Porque en el fondo la «colaboración» entre los poderes públicos y las transnacionales es una simple supeditación (que además muchas veces sobrepasa hasta la misma legalidad) a las necesidades e intereses del sistema corporativo.
Es más, tal y como nos explica en este más que esclarecedor video el abogado y experto en temas socio-político-legales Jonathan Marks, no sólo los acuerdos entre gobiernos y grandes empresas suelen ser más que perjudiciales para el conjunto de la sociedad sino que ni siquiera los acuerdos entre particulares y grandes corporaciones son éticos desde el punto de vista social, debido a la brutal disparidad de recursos entre las partes, ya que el resultado final de estas «negociaciones» en general sirve únicamente para esconder y perpetuar el daño hacia el medio ambiente y a las personas, a cambio de unas escasas migajas para unos pocos elegidos de entre los siempre más que abundantes afectados.
Por todo ello, nuestro conferenciante razona que la única postura no sólo ética sino, más importante, responsable con la ciudadanía por parte de los gobiernos sólo puede consistir en mantener un perpetuo conflicto con las grandes multinacionales, porque en caso contrario, cuando hay acuerdo (por muy beneficioso que este sea presentado desde el punto de vista mediático) casi siempre suele acabar perjudicado al conjunto de la sociedad, al bien común y, lo que es peor, produciendo muchas veces enfermedad y/o muerte, a corto o a largo plazo, para esos miles o millones de inocentes ciudadanos que muy desgraciadamente siempre se suelen quedar fuera de las consideraciones del acuerdo.
En resumen, y dicho casi como un refrán, que ni el perro pastor, ni las gallinas pueden llegar nunca a ningún acuerdo favorable a sus intereses con el zorro.
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