A veces solo basta con un par de minutos de ficción para destruir hasta los cimientos toda esa absurda teología inventada por profetas alucinados sobre un dios supuestamente benevolente, un estúpido engaño que ha tenido enredados durante milenios a esos simples de mente que no han podido abandonar esa etapa de desarrollo intelectual de los 5 años, edad en la que todos necesitábamos de un amigo imaginario que nos mantuviese felices en nuestra inocente ignorancia, pero que llegados a la edad adulta solo demuestra una patética falta de juicio.
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