El siempre incisivo, aunque muchas veces polémico Michio Kaku define perfectamente en un par de minutos la culpa de que los niños no quieran ser científicos.
No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
El siempre incisivo, aunque muchas veces polémico Michio Kaku define perfectamente en un par de minutos la culpa de que los niños no quieran ser científicos.
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