Aunque los creyentes arropan sus mitos con una pátina de verborrea sin sentido alguno, la cruda y verdadera realidad es que existe poca o nula diferencia entre creer lo que dice un lunático sin prestigio alguno o que ese mismo lunático vista de blanco, se ponga un ridículo sombrero y vaya por el mundo con un báculo de oro pontificando sobre galletas mágicas que se transmutan en el cuerpo de otro demente de hace dos mil años, tal y como muy acertadamente indica Sam Harris en el demoledor video que incluyo a continuación.
Espectacular
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