La Iglesia Católica lleva milenios acumulando posesiones y riquezas con una obsesión digna de depravados insaciables. Y lo peor de todo es que ha conseguido engañar a miles de millones de pobres ignorantes para que cedan lo poco que tienen a cambio de una estafa manifiesta consistente en un lugar inexistente al que ninguno podrá ir, puesto que el inexorable destino de los humanos es ser banquete de gusanos y demás animales necrófagos.
Y tan prepotentes son estos curas obsesionados con el dinero que son capaces de publicitar sus vergüenzas al mundo como acaba de ocurrir en Sudán del Sur, el país más pobre de la Tierra. Allí, el papa con sus joyas (esas que podrían dar de comer a cientos, sino a miles de sudaneses) ha paseado por un país asolado por las calamidades (las mismas que muy probablemente habrá enviado el siempre misericordioso dios al que rezan los estúpidos cristianos) y ha recibido una limosna de un niño parapléjico que le ha dado un billete. Donativo que el papa ha recogido inmediatamente para seguir su camino.
Y lo peor de todo es que el director de comunicación del Vaticano ha subido la foto a las redes sociales indicando que
"quien es pobre dona todo lo que tiene"
sin darse cuenta del horrendo significado que tiene la mencionada fotografía: una manipulación tan terrible que consigue que los que más hambre pasan en el mundo den lo poco que tienen al representante de una de las multinacionales más ricas del mundo.
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