Los cristianos en su prepotente ignorancia no perciben la casi infinita sarta de estupideces que conforman sus creencias y dogmas, en un intento desesperadamente infantil de explicar el mundo que nos rodea y todo lo que nos pasa a lo largo de la vida con el delirante desconocimiento emanado de analfabetos con mentes enfermas.
Y quizás una de las más grandes (y más ofensivas también) estupideces del cristianismo sea la de justificar el dolor y la enfermedad como el resultado del pecado. Porque para estos débiles mentales, incapaces de asimilar los conocimientos de la enseñanza primaria, las bacterias, los hongos, los parásitos, los virus, el malfuncionamiento de órganos y tejidos o incluso el cáncer no existen, salvo como instrumento de tortura ideado por un ser supuestamente benevolente, algo que sería totalmente risible si no fuera tan amoral y cruel.
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