Para cualquiera que haya leído ese compendio de disparates machistas, homófobos, sexistas, racistas y genocidas llamado Biblia es más que evidente que el dios judeocristiano, lejos de ser un ejemplo para nadie (al que le queda alguna neurona activa), es por el contrario el máximo exponente de todo lo deplorable y execrable que debería ser eliminado en una sociedad avanzada del siglo XXI.
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