Estamos acostumbrados a que la estulticia religiosa se imponga a cualquier otra circunstancia, incluida la vida de los descerebrados creyentes. Por eso es muy sorprendente que los fanáticos ayatolas de los emiratos árabes hayan puesto (por una vez y sin que sirva de precedente) la vida de sus acólitos por encima de las delirantes directrices emanadas de un viejo, mohoso y antediluviano libro.
En las decisiones importantes, los creyentes suelen imponer las directivas emanadas de los dictados de profetas analfabetos (aun cuando incluso estos fueran unos dementes de libro) a los más mínimos conceptos científicos. Por ello, los racionalistas estamos de enhorabuena porque (por una vez y sin que sirva de precedente) los ayatolas de los Emiratos Árabes Unidos han emitido una fatwa que no sólo no condena a la lapidación a un homosexual, blasfemo o adúltera, sino que siguiendo el más mínimo sentido racionalista permite la administración de las actuales vacunas contra el coronavirus a todo fiel creyente al Islam aun cuando estos medicamentos hayan sido preparados con extractos del más que impuro puerco.
Ello se une al también reciente dictado de los talibanes con tirabuzones que, aunque se llevan a matar con los seguidores del beduino pederasta comparten con ellos su desprecio por el delicioso cerdo, que también han admitido vacunas con extracto de gelatina porcina en su preparación por el bien mayor de la protección de la vida frente al viejo y estúpido dogma religioso.
José Reinoso párroco sevillano de principios del siglo XIX además de exhortar a sus feligreses a vacunarse llego a establecer una sala para este fin en su propia casa.8 No solo eso en muchos países fueron los sacerdotes los primeros en introducir la vacunación, incluso antes de la expedición Balmis, los sacerdotes y científicos argentinos Saturnino Segurola y Feliciano Pueyrredón, fueron pioneros en introducir la vacuna en el Rio de la Plata.9
ResponderEliminar¿Se preocuparon las misiones católicas por vacunar a los indígenas?
Si, de hecho recientemente se ha descubierto que los misioneros católicos fueron los primeros en llevar la vacuna de la viruela a países como Corea10, Tailandia y Japón en fechas tan tempranas como 1828.
Pero volviendo a colonias españolas según la doctora Penélope Shino la Iglesia Católica llego a ofrecer indulgencias papales a los padres que vacunasen a sus hijo