Anda el facherío nazionalcatólico patrio revuelto por la nueva ley de muerte digna, porque los fanáticos religiosos quieren que todos los enfermos terminales sigan sufriendo hasta el último minuto de sus dolorosas vidas en el altar de ese dios egomaníaco que parece alimentarse con el dolor de los humanos.
Y así siguen esa psicopática costumbre de cercenar cualquier derecho o libertad individual, como es el caso de la planificación familiar o el aborto, aunque luego eso sí una vez nacido el desgraciado niño ya no interesa para nada ni su vida, ni su bienestar porque a ellos solo les interesan los fetos.
Nunca he dejado de señalar esa llaga: ¿Por qué ese supuesto ser pierde el sueño si me acuesto con una mujer que no es mi esposa (es solo un supuesto y no digo que este bien hecho), pero el sufrimiento de miles de niños por hambre, enfermedades y guerras le importan una puta mierda?
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