Ante el espectacular avance de la Ciencia en los últimos siglos, en donde ha quedado claro que prácticamente todas las "explicaciones" religiosas son erróneas (a la vez que disparatadas), los creyentes con un mínimo de decencia intelectual se aferran (cada vez más desesperadamente) a ese casi impotente dios de los huecos, que ya solo se puede refugiar antes del Big Bang.
Pero como muy acertadamente indica Richard Dawkins, con una más que demoledora sonrisa (fruto de la elegante ironía británica) si la Ciencia no puede explicar algo (todavía), puedes apostar tu vida a que la religión lo podrá explicar mucho menos.
Porque suponer que algo que todavía es incompresible para miles y miles de científicos, que aúnan lo más brillante del intelecto humano, puede ser explicado por profetas que bajo la más mínima inspección médica quedan rápidamente catalogados como enfermos mentales (necesitados de profundos cuidados psiquiátricos) es quizás el máximo ejemplo que se puede dar de ignorancia.
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