Los creyentes tienen una más que ilógica forma de pensar. Por una parte afirman que "confían" en su más que inexistente deidad, esa misma que supuestamente atiende sus plegarias, mientras por otra parte acuden raudos tras el primer síntoma a esa siempre atea medicina científica moderna para evitar alejar lo máximo posible ese supuestamente gozoso momento en el que ¡por fin! tendrán la dicha de reunirse con su ¿benevolente? creador (ese mismo que ha diseñado de manera exquisitamente inteligente todas y cada una de la infinidad de dolencias con las que ha hecho sufrir y morir de la maneras más horriblemente imaginativas a la humanidad a lo largo de los milenios) para vivir una eternidad de dicha y gozo celestiales.
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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.
PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.
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Esta claro que este señor esta de coña.
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