Los cristianos nos tienen acostumbrados a un repetitivo
soniquete en el más que estúpido tema de los milagros: mientras millones de
niños mueren de hambre o de las más terribles enfermedades, mientras infinidad
de personas llevan vidas de miseria, son torturadas o violadas, mientras los
desastres naturales arruinan lo poco que hay en pié en las más que asoladas
naciones del Tercer Mundo, sin embargo la "curación" de un cristiano
llena de piadoso fervor a millones de seguidores del nazareno demente.
Y como prueba de que los designios de la zarza ardiente,
además de inescrutables, son más que estúpidos pues en los siempre tan
particulares EEUU un telepredicador (de esos que abundan más en esas tierras
que los champiñones) acaba de asegurar que por su intercesión se ha obrado el
magno milagro de que la pierna más corta de un individuo que sufrió la
poliomielitis de pequeño creciera "tres pulgadas y media" y se igualara
con el miembro sano. ¡No me digan que no es para lanzar las campanas al vuelo en
toda la cristiandad! un tipo podrá andar normalmente. Ahora solo falta saber
que grandes logros va a conseguir el afortunado, aunque conociendo los otros
"milagros" previos este personaje no aportará nada a la humanidad
salvo ir por el mundo aligerando los bolsillos de los incautos con su cuento de
que sufrió la polio de pequeño y no pudo competir con el equipo de atletismo de
su instituto. Pero eso sí, un "milagros" que deja muy a las claras
las prioridades del santoral cristiano.
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