La cerrazón mental de algunos políticos de la derecha y la
extrema derecha es un hecho incuestionablemente demostrado, pero aún así no
puede dejar de sorprender y de indignar que las medidas tomadas por el
recientemente nombrado alcalde de Madrid vayan en la línea de perjudicar la
salud de esos convecinos a los que está obligado por ley a servir hasta llevar
a algunos de ellos a una muerte más que prevenible, por lo que únicamente puede
ser considerado como homicidio por negligencia y sobre todo por soberbia
estupidez.
La rancia derecha de este país en forma de cualquiera de los
tres actuales partidos que conforman el infame trifachito patrio se define a sí
misma como firme defensora de dos grandes principios: la defensa de la vida y
la libertad. Pero bajo estas grandes palabras se esconde una letra pequeña.
Así, en la defensa de la vida no se refiere a la existencia completa, sólo les
preocupa lo que le ocurre a un zigoto, a un feto o a un embrión, porque en
cuanto nace la criatura allá se las apañe, sobre todo si el vástago pertenence
a esa inmensa mayoría de españolitos que se ubican en las clases medias, bajas o
depauperadas.
Lo mismo ocurre con la sacrosanta "libertad". Aquí
no se habla de la libertad de todos los ciudadanos a vivir una vida digna, sólo
se refieren a la libertad de expolio de grandes empresas, a la libertad de
explotación del patrono frente al empleado, a la libertad de contaminar, de no
pagar impuestos y todas aquellas "libertades" que permitan el actual
y más que injusto status quo neoliberal.
Y siguiendo esa línea maestra ha actuado pronto y raudo el
actual alcalde de Madrid del PP pero que está siendo apoyado por los otros dos
partidos neofascistas de este país: el más que declarado VOX y el tapado de
Ciudadanos. Porque su más que increíble primera medida de gobierno ha sido
eliminar la zona de restricciones al tráfico, algo no sólo normal en cualquier
ciudad civilizada del Occidente Europeo (esté esta gobernada por la derecha, el
centro o la izquierda) sino que es una obligación legal impuesta por la UE para
favorecer la salud ciudadana.
Pero nuestro más que mentecato, ignorante y hasta criminal
alcalde peperino ha decidido (como no podía ser de otra manera viniendo de
dónde viene) que la libertad de esa más que exigua minoría de ciudadanos que se
desplazan en su vehículo propio (prácticamente vacío porque es más difícil
encontrar circulando por Madrid un coche ocupado en todas sus plazas que un
lince ibérico en plena Gran Vía) está por encima de la salud de esos cientos de
miles de madrileños (ancianos, niños,
asmáticos, embarazadas o enfermos con problemas respiratorios) a los que la
contaminación atmosférica (a la vista de los datos científicos) es simplemente
una sentencia (más o menos próxima) de muerte.
Es por ello que quizás habría que pensar que todos los
colectivos perjudicados deberían presentar una demanda en el juzgado por negligencia
criminal, homicidio imprudente y todos aquellos cargos asociados que se puedan
aplicar a un alcalde y a una corporación municipal que legisla sabiendo que su
anticientífica decisión implica poner en riesgo la salud y jugar con la vida de gran parte de la
ciudadanía madrileña.
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