La fotógrafa y activista estadounidense Zoe Leonard escribió en 1992 un poema, que sin embargo está de más que rabiosa actualidad para las elecciones de mañana es España. Les dejo con su traducción al castellano.
Quiero de presidenta a una bollera. Quiero de presidenta a una persona con sida y quiero a un marica de vicepresidente y quiero a alguien sin derecho a la sanidad pública y quiero a alguien que creciera en un lugar donde la tierra esté tan saturada de residuos tóxicos que no haya podido elegir más que tener leucemia. Quiero una presidenta que haya abortado a los dieciséis y quiero un candidato que no sea el mal menor y quiero un presidente que perdiera a su último amante por el sida, que aún vea eso en sus ojos cada vez que se tumban a descansar, que tomara a su amante en sus brazos y supiera que se estaban muriendo. Quiero un presidente sin aire acondicionado, un presidente que haya hecho cola en el médico, en la ITV, en la Seguridad Social, y que haya estado en el paro, que haya sido despedido, acosada, agredido y deportada. Quiero a alguien que haya pasado una noche en las fosas comunes y que haya visto como quemaban una cruz en su jardín y que haya sobrevivido a una violación. Quiero a alguien que haya estado enamorado y haya sido dañado, que respete el sexo, que haya cometido errores y aprendido de ellos. Quiero de presidenta a una negra. Quiero a alguien con los dientes mal y con carisma, alguien que haya comido la comida asquerosa del hospital, alguien que se travista y se haya drogado y haya hecho terapia. Quiero a alguien que haya cometido desobediencia civil. Y quiero saber por qué esto no es posible. Quiero saber por qué empezamos a aprender entre líneas que un presidente siempre es un payaso. Siempre un putero y nunca una puta. Siempre un jefe y nunca un obrero. Siempre un mentiroso, siempre un ladrón, y a quien no pillan nunca.
A mí me bastaría con que los políticos tuvieran que usar los servicios públicos por ley, desde que se presentan a cualquier puesto hasta dos o tres legislaturas después de dejarlo.
ResponderEliminarQue tuvieran las mismas condiciones que los ciudadanos para acceder a su pensión.
Que, como mueven dineros de todos, su trabajo estuviera fiscalizado al céntimo y tuviera que justificar documentalmente cada dieta, cada viaje, cada extra.
Que sus declaraciones de impuestos y bienes estuvieran especialmente vigiladas, lo mismo que las de sus partidos.
Y algunas cosas más que no recuerdo ahora, que aun voy con las legañas puestas.
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