A pesar de que Rajoy, ese presidente de gobierno neoliberal,
presume (de la manera más engañosa, por cierto) de lo bien que va la economía
de España, la cruda realidad es que los ciudadanos de a pie están cada vez más
cerca de la más terrible miseria.
Y para ejemplo dos recientes, y más que descarnadas, noticias.
La primera es que, según un
reciente estudio de la OCDE, España
tiene el más que indecoroso honor de ser el país de toda la Unión Europea con
mayor porcentaje de trabajadores pobres. Todo un record más que negativo,
que evidencia que en esta desgraciada piel de toro un trabajo ya no garantiza poder
salir de la miseria. Y como tenemos que seguir apretándonos el cinturón muy
seguramente acabaremos volviendo a la época de la servidumbre, o peor aún de la
esclavitud, en donde por una migajas los trabajadores serán explotados a
conciencia, como ocurre por otra parte en esa inmensa mayoría del planeta
llamada Tercer Mundo.
Y si la primera noticia es humillante, la
segunda es directamente terrorífica. En España cerca de dos millones de personas han tenido que
renunciar a tratamientos médicos prescritos por la sanidad pública, ya que
no pueden costearse los gastos asociados al copago farmacéutico: el más que terriblemente
famoso medicamentazo.
Por lo que a la larga se está poniendo en riesgo la
salud, y quizás la vida, de millones de españoles, porque el estado ha decidido
gastarse el dinero público en rescatar empresas privadas como bancos y
concesionarias de autopistas o regalar más de 11.000 millones de euros anuales
a esa más que parasitaria santa madre iglesia. Y que los españolitos de a pie
se fastidien, sufran y se mueran, eso sí con el siempre importante consuelo de
que eso probablemente les abrirá las puertas del paraíso católico, porque todos
sabemos que a la zarza ardiente lo que verdaderamente le agrada es el
sufrimiento gratuito de su idiotizado rebaño.
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