La iglesia católica lleva siglos con esa mentirosa
propaganda de su dedicación a los pobres. Sin embargo como dice el refrán, obras
son amores y no buenas razones.
Y cuando de hechos se trata, las vergüenzas de esta secta de
parásitos quedan siempre a la luz. Y el último caso de una interminable lista llega
del mismísimo Vaticano.
Allí el cardenal Bertone decidió reformar su humilde
morada: un impresionante ático de 600 metros con una terraza de otros 100
metros adicionales en donde tenía a 3 monjas "a su servicio". Y como
la cifra se disparó a más de 400.000 euros, y todos sabemos que los servidores
del único dios verdadero andan siempre escasos de peculio, pues ni corto ni
perezoso echó
mano de los fondos de la fundación que dirige un hospital infantil y asunto
arreglado, que ya se sabe que al final todo sirve para mayor gloria del señor.
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