En el mundo occidental se da la
ofensiva paradoja de que alguna personas muestran su "libertad"
mostrando ostensiblemente las más terribles cadenas del sometimiento
al sexismo y a la discriminación.
¿Se imaginan un judío paseando
por la Quinta Avenida neoyorquina vestido con el uniforme de las SS, portando una
cruz gamada y un ejemplar del hitleriano "Mein Kampf"?¿Puede una
persona de color exhibir su "libertad" de pertenecer al KuKluxKlan ondeando
una bandera confederada, vestido de nazareno con capirote y llevando una cruz
ardiente?
Antes estos casos cualquier
persona con un mínimo sentido de la dignidad desaprobaría que miembros de dos
razas oprimidas, sojuzgadas y hasta masacradas hicieran tan ofensivo como
ignorante alarde de sus torturadores, destrozando de paso la memoria de tantos
inocentes asesinados por esas mismas bárbaras ideologías.
Pues desgraciadamente, cuando eso
mismo ocurre en cualquier ciudad occidental con esas mujeres que
"libremente" visten el hiyab, el chador, el niqab o el burka nadie se
siente escandalizado por esos cientos de millones de mujeres que en el más que
oprimido mundo islámico tienen que llevar obligatoriamente esos sambenitos,
esas estrellas de David cosidas que las marcan como seres inferiores,
prácticamente sin derechos y sometidas legalmente al poder del varón hasta tal
punto que, si intentan romper esas cadenas, pueden acaban lapidadas en la vía
pública por su blasfemia.
Pero eso sí, que mujeres islámicas en Madrid, París o
San Francisco luzcan "orgullosas" el atuendo de su degradante
condición en total "libertad".
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