No falla, en cuanto la revista Mongolia publica
un cartel satírico con algo de la patética imaginería católica aparece el
cristiano resentido que raudo y veloz acude a la justicia para denunciar la
ofensa a su religión.
Y quizás ya va siendo hora de que los católicos
entiendan que su más que risible religión, en donde sorprendentemente se considera
que la unión entre una adúltera más que mentirosa con un pobre carpintero
calzonazos y el hijo bastardo y más que demente de ella es el máximo ejemplo de
sagrado matrimonio, se descalifica así misma sin necesidad alguna de ayuda
externa.
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