Desde siempre se sabe que los verdaderos creyentes en la
secta católica tienen un importante grado de masoquismo, no hay más que ver que
el culto católico se basa en el dolor y
la tortura de su segundo dios (el hijo) y toda esa legión de santos y mártires
que fueron torturados (una veces de verdad y otras muchas simple propagada para
encauzar a sus más que débiles mentales acólitos). Y aunque parezca que toda
esa estomagante y más que demente veneración era un rescoldo del pasado,
siempre quedan verdaderos (buen en este caso verdaderas) creyentes que
actualizan y mantienen viva esa "bonita" tradición de la
automutilación.
Y así lo
han demostrado en Argentina, en donde tras denuncias de malos tratos y
torturas en un convento de monjas (porque ya sabemos que la mujer es foco de
pecado y necesita de especial atención católica) la policía encontró docenas de
fustas y cilicios en donde, unas veces de forma voluntaria y otras no tanto,
las ignorantes monjitas se mortificaban pensado que su inútil y vacío
sufrimiento pueda servir para algo más que para convertirlas en unas pobres
masoquistas necesitadas de urgente tratamiento médico. Además por si la tortura
física directa no fuera suficiente, la regla obliga a estas pobres alucinadas a
luchar contra el pecado de la gula pasando hambre y las obliga al suplicio
añadido de mantener perpetuo silencio.
En resumen, todo un cuadro de daños físicos y psíquicos que
no pueden producir más que la más fanática locura, que sin embargo es aceptada
socialmente en medio mundo y que además ha sido justificada por el obispos de
turno con
el peregrino argumento de que todo ello "forma parte de su manera de
vida".
Así, ante estos más que evidentes casos de pura locura cada
día me reafirmo más en mi hipótesis de que a los verdaderos creyentes habría
que tratarlos como lo que en realidad son: enfermos psiquiátricos con una grave
dolencia mental necesitados de urgente tratamiento médico especializado y
tutela judicial para evitar que puedan infringir daños a sí mismos y al resto
de la sociedad.
Estoy francamente sorprendido. Dos días de artículo y no hay ni un solo comentario pro-católico... ¿Será verdad que podamos empezar a sentirnos agusto en estos lares de una vez por todas?
ResponderEliminarUn saludo.
No llames a los trolls, que luego aparecen y suben la tensión.
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