España desgraciadamente está rebosante de iglesias en cada barrio, pueblo y hasta en la aldea más remotamente perdida de su geografía. Y todas ellas cumplen la misma irracional función: mantener el atraso, al ignorancia, la intolerancia y fomentar el más cazurro e intransigente papanatismo cristiano. Sin embargo hay una pequeña iglesia en Asturias que puede covertirse en la primera de todas ellas que puede servir para algo diferente.
En Llanera, Asturias un artista grafitero ha convertido una iglesia abandonada en un pista de skate, un lugar alegre, luminoso y alejado de la opresión que implica siempre entrar en un recinto dedicado a recordar al ser humano que no es más que basura pecadora, siempre necesitado de la tutela de un diosecillo malévolo y sus siempre malvados secuaces. Y además sin subvenciones ni prebenda algunas. Todo un ejemplo a imitar.
Y todavía habrá algún meapilas que lloriquee por "profanar su sagrado templo con moderneces del diablo". Gran iniciativa la de este chaval.
ResponderEliminarA ver si hacemos como Holanda y convertimos las iglesias en bibliotecas. Qué mejor manera de reutilizar esos espacios que fomentar aquella disciplina humana que durante tantos siglos se dedicaron a entorpecer.